Vistas de página en total

martes, 27 de marzo de 2012

EL PETISO OREJUDO EN EL BARRIO DE BOEDO

AUTOR : Leonel Contreras

De alguna u otra manera en Buenos Aires todos conocen la historia del “Petiso Orejudo” (1). Cayetano Santos Godino nació en nuestra ciudad en 1896 y fue uno de los asesinos más famosos de toda la historia criminológica argentina. Sin embargo y aunque la historia del terrible asesino esté perfectamente estudiada e investigada (2), pareciera ser como que el mito quisiera superar permanentemente a la realidad. Hoy en día, es común escuchar a historiadores y periodistas decir que Cayetano Santos Godino fue el “más terrible asesino serial de la historia argentina”. De la misma manera, también es costumbre sostener que fue el primero de todos ellos. Pues bien, no fue ni el primero ni el más terrible, es más ni siquiera puede ser considerado como “asesino serial”, ya que no tuvo un plan concreto de elección de sus víctimas. Sí, en cambio fue “asesino múltiple”, aunque tampoco el primero. Solo basta recordar las “andanzas” de Pepe Requejo y Domingo Cayetano Grossi.
Cayetano Santos Godino, más conocido como “El Petiso Orejudo” nació en Buenos Aires, en el barrio de San Cristóbal, el 31 de octubre de 1896. Proveniente de un hogar muy pobre, tuvo que sufrir la desgracia de un padre alcohólico y golpeador, así como la saña de una enteritis que lo tuvo a mal traer durante los primeros años de su vida. Fue un chico difícil, mentalmente enfermo, que nunca pudo adaptarse a la escuela y que desde los seis o siete años de edad se la pasaba vagando en la calle. El problema grave, sin embargo, era que su trastorno psíquico se traducía en ataques con ganas de matar a alguien. Por su precaria contextura física, casi siempre atentaba contra niños muy chiquitos o bien contra animales.


Entre los siete y los dieciséis años, “el Petiso Orejudo” mató a cuatro menores y lastimó a otros siete, aunque desde ya tenemos que confesar que sospechamos de muchas más víctimas. De los cuatro muertos, hay dos casos que son dudosos, uno que no se pudo comprobar nunca y otro que pareciera que se lo endilgaron. El primero de estos dos es el caso de una nena que el mismo Godino confesó enterrar viva en un baldío de la calle Río de Janeiro, en el barrio de Caballito. El segundo, es el crimen de Arturo Laurora, un chico de 12 años que había sido encontrado muerto el 26 de enero de 1912 en una casa desocupada en la calle Pavón 1541 y que se sospechaba que los asesinos pertenecían a una banda vinculada con el delito de corrupción de menores. Sin embargo, cuando Godino fue detenido, casi once meses después del crimen, confesó también ser el autor del mismo. Destacamos que Laurora fuese un chico de 12 años, ya que las otras víctimas de Godino oscilan entre los 5 años y los 18 meses, edades mucho más lógicas para el objetivo de un adolescente flacucho que medía 1,51 y que encima tenía problemas mentales.
La siguiente víctima de Godino fue Reyna Bonita Vainicoff, una nena de cinco años, a la que el “Petiso” le prendió fuego al vestido mientras miraba una vidriera en la calle Entre Ríos 538. El hecho ocurrió el 7 de marzo de 1912, muriendo Reyna días después. Luego vino el crimen de Jesualdo Giordano, el más famoso de todos sus asesinatos y por el que lo detuvieron definitivamente. Este crimen, ocurrido el 3 de diciembre del mismo año, pasó a la historia porque el “Petiso” atrevesó la cabeza del menor con un clavo.
Entre las víctimas del “Petiso Orejudo” que afortunadamente lograron sobrevivir se encuentran: Miguel de Paoli de 1 año y 9 meses (28 de septiembre de 1904, golpeado y arrojado sobre unas espinas), Ana Neri de 1 año y 6 meses (1905, golpeada en la cabeza con una piedra), Severino González Caló de 1 año y 10 meses (9 de septiembre de 1908, intento de ahogamiento en un bañadero de animales), Julio Botte de 1 año y 8 meses (15 de septiembre de 1908, quemado en el párpado con un cigarrillo), Roberto Carmelo Russo de 2 años y 6 meses (8 de noviembre de 1912, intento de estrangulamiento), Carmen Ghittoni de 3 años (16 de noviembre de 1912, golpeada) y Catalina Neolener de 5 años (20 de noviembre de 1912, golpeada).
En primera instancia debemos decir que antes de sus tres últimos asesinatos, el “Petiso Orejudo” había estado preso en la Colonia de Menores de Marcos Paz (entre diciembre de 1908 y diciembre de 1911) y que posteriormente se instaló con su familia en el barrio de Parque Patricios. Sin embargo, con anterioridad también había vivido en los barrios de Boedo, Balvanera, San Cristóbal y Almagro.
Decimos que el Petiso Orejudo vivió en el barrio de Boedo y efectivamente esto es así. Como sostengo en mi libro La leyenda del Petiso Orejudo, “alrededor de 1900, los Godino dejaron el barrio de San Cristóbal. Seguramente el alza en los precios de los alquileres del cada vez más cotizado barrio ahuyentaron a la familia a otras zonas un poco más periféricas: los barrios de Boedo y Almagro, al noroeste de San Cristóbal. En los primeros años del siglo los Godino habitaron un conventillo de Liniers y Estados Unidos en el barrio de Boedo; para luego recluirse en el conventillo de Liniers 166 (casi esquina Victoria –actual Hipólito Yrigoyen-) en el barrio de Almagro. Siempre ocuparon dos piezas en todos los conventillos que habitaron, claro que seguramente, ya por estos años se habían reducido” (3).
Como ya explicamos con anterioridad, en 1904, Cayetano Santos Godino cometió su primer atentado. Fue contra el menor Miguel de Paoli, de 9 meses de edad. Según lo expresado por el propio Petiso, este episodio habría ocurrido en un baldío que existía en la calle Estados Unidos entre Liniers y Loria (barrio de Boedo), a la vuelta del conventillo que la familia Godino había ocupado en la calle Liniers y Estados Unidos y que por dicho motivo Cayetano conocía de memoria.
Al momento de su declaración en 1912 el Petiso se encargó hasta de precisar que en ese lugar de la calle Estados Unidos se había construido una casa dos años atrás (Ca. 1910) (4). Suponemos que ese baldío se encontraba frente a la Estación Vail de Tranvías (donde hoy se encuentra la Plaza Mariano Boedo, estaba limitada por las calles Loria, Estados Unidos, Liniers y Carlos Calvo, en ese entonces llamada Europa) (5), ya que el mismo Godino dice que el hecho fue detrás de un conventillo que él mismo había habitado en Estados Unidos y Liniers. Sin embargo, hay otros autores que identifican con este episodio las direcciones de Humberto 1° y Liniers o la de Oruro entre San Juan y Humberto 1°. De hecho, al momento de su declaración, la mamá de Miguel de Paoli, Luisa Carbone de Larzen, hace mención que al día siguiente del ataque “se le apersonó Godino diciéndole que el mismo había encontrado a su hijo en un terreno baldío de la calle Oruro y que él lo había socorrido y acompañado hasta la comisaría 10ª de entonces –sita en la actual Catamarca entre Jujuy y Cochabamba-” (6).
Con posterioridad a su reclusión en el correccional de Marcos Paz, el Petiso Orejudo cometió varios atentados pirómanos en el barrio de Boedo. El primero, probablemente antes de julio de 1912 habría ocurrido en un aserradero de la calle San Juan y Quintino Bocayuba. En la declaración consta de la siguiente manera: “Además, en la calle San Juan y Quintino en un aserradero hizo lo mismo poco tiempo antes del hecho anterior y además de haber prendido fuego, este fue sofocado por el propietario.” (7) Aparentemente, allí prendió fuego derramando una botella de alcohol sobre un escritorio.
El segundo ocurrió ni más ni menos que en nuestra ya mencionada Estación Vail: “Allí, Cayetano aplicó un fósforo a unas escobas y otros materiales de limpieza ubicadas dentro de un armario de madera de tres cuerpos que existía en el galpón principal a la izquierda del portón de entrada de Estados Unidos 3360, por dónde él mismo había ingresado. Finalmente, Cayetano huyó por el portón de Carlos Calvo 3325. Una vez provocado el incendio, un capataz de la estación percibió el hecho. El incendio se apagó pero nunca se supo quién lo había provocado. Probablemente, el jefe de la estación, un uruguayo llamado Antonio Braccheti hubiese llamado a los bomberos, pudiendo de esta manera Cayetano observar una vez más su trabajo, tal como lo había hecho cinco años antes en el corralón de Corrientes y Pueyrredón”. (8) Sobre este incendio tenemos dos fotos que constan en el expediente y que muestran el estado en el que quedó la estación luego de ser prendida fuego por Godino .



El 23 de noviembre de 1912 (también en algunos lugares del expediente se habla del 30 de noviembre) hubo lugar para un tercer atentado pirómano en el barrio de Boedo. Fue cuando el Petiso Orejudo atacó el galpón de zinc existente en Carlos Calvo 3940 . “Como a las once de la mañana y a la izquierda de la entrada que tenía el galpón por Carlos Calvo, Cayetano aplicó un fósforo encendido a unos cajones de azulejos. Luego huyó. Quince minutos más tarde, el comerciante Enrique Sorzana, que era vecino del galpón, percibió el fuego, que finalmente fue sofocado por los operarios de la casa. Los perjuicios fueron de poca importancia”.(9)


También un día a fines de noviembre (aunque el Petiso se encargó de ubicar este hecho el mismo día del atentado al aserradero de San Juan y Quintino Bocayuba), “cerca de la una de la tarde, Cayetano prendió fuego al aserradero de Colombres 744 e Independencia 3678 (es el mismo predio donde alguna vez funcionó el mercado “Ideal” y donde hoy está Coto. El pequeño incendiario ingresó por el portón de Colombres y viendo una pieza inmediata a la entrada, dónde había papeles, muebles viejos y otros materiales combustibles, no se le ocurrió mejor idea que encender un fósforo y acercarlo a dichos materiales. Luego, se retiró sin ser visto. El fuego fue finalmente apagado por las personas de la casa, que lamentablemente para Cayetano no se tomaron el trabajo de llamar a los bomberos”. (10)

Muchos son los episodios de la vida del Petiso Orejudo que podemos ubicar en el barrio de Boedo. Hacia 1912, por ejemplo, nuestro personaje trabajó en el corralón de transportes y mudanzas “El Progreso” de Paulino Gómez, que se encontraba en Liniers 2108 y con salida por Chiclana 3340. Allí, el 24 de septiembre de dicho año asesinó a un caballo de tres puñaladas. Unos meses más tarde, el 20 de noviembre, raptó a la menor Catalina Neolener de su domicilio Constitución 4235 (por dónde hoy pasa la autopista). Intentó llevarla a un terreno baldío pero fue detenido en el zaguán de la casa Directorio 78.
Sin embargo, hubo una tentativa de asesinato que fue paradigmática en la carrera criminal de Cayetano Santos Godino y que ocurrió en Boedo. Hablamos del atentado contra el menor Roberto Russo, ocurrido el 8 de noviembre de 1912. Decimos que fue paradigmático ya que el Petiso fue detenido por esta tentativa pero luego por falta de pruebas terminó siendo liberado y como consecuencia cometiendo el horroroso crimen del chico Jesualdo Giordano por el cual sería condenado en diciembre de ese mismo 1912. A continuación paso a transcribir mi investigación sobre el caso del menor Russo, la que consta en el libro La leyenda del Petiso Orejudo.
“El viernes 8 de noviembre de aquel 1912, Cayetano Santos Godino transitaba por las calles del barrio de Boedo cuando observó al menor de dos años y medio Roberto Carmelo Russo jugando con su hermano, de cinco, Fernando Vicente en la puerta de su domicilio de Carlos Calvo 3890, casi esquina Castro. Al observar Cayetano a Roberto le ofreció ir a un almacén dónde, según le dijo, le compraría caramelos.
(…) La zona sur de Boedo todavía era un barrio de quintas, hornos de ladrillos, tambos lecheros y pulperías. Hasta allí llegó Cayetano con su víctima. Al pasar por la antigua calle Artes y Oficios, que desde julio llevaba el nombre de un estadista brasileño llamado Quintino Bocayuva; entre las de Tarija y Pavón encontró un alfalfar abandonado. El alfalfar se encontraba bordeado por la avenida La Plata, Tarija, Pavón y Quintino Bocayuva y parte del mismo existía en lo que dos años antes había sido la antigua quinta de don Carlos Guedes. Una vez en el alfalfar, Cayetano tendió a Roberto sobre el piso y le ató el cuello con dos vueltas de piolín y los pies con una cinta negra.
El destino quiso que una vez mas y como había ocurrido con Miguel de Paoli, Ana Neri y Severino González, alguien acudiera al rescate de Roberto. Un peón del alfalfar llamado Esteban Poggi sorprendió a Cayetano en el mismo instante en que procedía a matar al menor. Automáticamente, el joven asesino repitió la comedia del “salvador”. Como vio que al darse cuenta de su presencia Cayetano se quedó parado, Poggi se le acercó y le preguntó que era lo que estaba haciendo con Roberto. Cayetano comenzó a desatar al chico y dijo a Poggi que en esa penosa situación había encontrado a éste y que le quitaba el piolín que tenía en el cuello para evitar su muerte. Ante tal explicación, el peón optó por creerle y lo dejó marchar con Roberto para hacer la denuncia del hecho. A las 16:30, Cayetano se presentó ante el comisario Juan Acosta de la sección 36ª, que se encontraba de turno en la parada de Castro Barros y Juan de Garay, con Roberto Russo en sus brazos y comentóle que así, con el piolín en el cuello, la cinta en los pies y semiasfixiado, lo había encontrado en el alfalfar de Quintino Bocayuba y Pavón (11).
Sin saber que hacer, Juan Acosta liberó a Roberto de sus ataduras y se dirigió a la parada de su compañero, el cabo Eulogio Acosta, existente en la esquina de Boedo y Pavón dónde le contó lo sucedido. Como notara el cabo Acosta lesiones en el cuello del menor, resolvió llevarlo a una estación sanitaria de Nueva Pompeya.
Una vez confirmada la desaparición de Roberto, su madre Ángela se había dirigido a la comisaría 12ª de José María Moreno y Rosario, la misma dónde Cayetano había estado preso luego de atentar contra la vida de Severino González Caló. La policía, por circular telegráfica recomendó averiguar el paradero de Roberto a las comisarías seccionales del municipio. Al volver a su casa, Ángela recibió la visita de Cayetano, el cual había sido dejado en libertad por el agente Acosta. El salvaje criminal le relató la manera en que su hijo había sido encontrado, lo cual provocó la locura de la madre que salió desesperada en su búsqueda.
Cuando Eulogio Acosta se dirigía hacia la estación de Nueva Pompeya vió llegar a Ángela en un estado de total desesperación. La señora de Russo le manifestó que era la madre de la víctima; que su hijo había desaparecido de su casa a las cuatro de la tarde y que un menor como de 16 años, que se le había presentado como Cayetano Santos Godino, había ido a su casa a avisarle la forma en que Roberto había sido hallado. Una vez que Roberto fue trasladado a la estación sanitaria y en tanto el comisario de la 12ª, Kern y su auxiliar de servicio Sixto Villar iniciaron las averiguaciones del caso, Eulogio Acosta supo por su compañero Juan que la descripción del tal Godino que daba la madre del menor coincidía con la del chico que había traido en brazos a Roberto hasta su parada. Ante estas revelaciones, Eulogio se dirigió hasta el lugar del hecho dónde encontró al peón Poggi, quién le relató como había sorprendido a Cayetano. Finalmente, Acosta procedió a detenerlo.
Cayetano Santos Godino llegó detenido a la comisaría 12ª, la misma a la que había arribado luego del atentado a Severino. Justo en aquel momento, entraba a dicha comisaría Vicente Russo, el padre de Roberto, acompañado por su otro hijo Fernando. Al ver Fernando al detenido, no dudó en indicarlo como el sujeto que había raptado a su hermano con la excusa de comprarle caramelos, al momento en que ambos se encontraban en la vereda de su casa de la calle Carlos Calvo.
El doctor Joaquín Grecco informó que Roberto presentaba varias contusiones en el cuello, producidas por la compresión ejercida por el hilo que había sido pasado dos veces alrededor del mismo. Sin embargo, las lesiones eran leves y Roberto quedó fuera de peligro. Cayetano Santos Godino (a) “el Oreja” y “el Petiso Orejudo”, 16 años, domiciliado en General Urquiza 1970, de profesión vendedor ambulante, quedó incomunicado y fue procesado por una tentativa de estrangulamiento al menor Roberto Carmelo Russo y remitido a la Alcaldía de la Primera Sección a disposición del Juez de Instrucción doctor Juan del Campillo. A pesar de que el atentado a Roberto no había quedado impune como los anteriores e incluso la prensa de la época le había dedicado al hecho un amplio espacio en sus páginas de la sección policiales, Del Campillo tomó la decisión de dejar en libertad a Cayetano por falta de mérito, el 12 de noviembre de 1912. La decisión había sido tomada muy apresuradamente y la justicia se había lavado las manos sabiendo perfectamente de quien se trataba. Incluso, La Nación del 9 de noviembre hace mención a los gravísimos antecedentes de Cayetano Santos Godino. (12). Es muy probable que en el sumario levantado por Del Campillo, lamentablemente extraviado al momento de la investigación, Cayetano hubiese relatado algunas de sus anteriores aventuras criminales.” (13)
En el año 2006 tuvimos oportunidad de conocer al brillante humorista e imitador Carlitos Russo. El episodio ocurrió en la biblioteca de la Asociación General Alvear, sita en Avellaneda 542, barrio de Caballito. Allí, en el marco de una contratación para un espectáculo de Russo, nos pusimos a conversar sobre distintos temas hasta que de repente la bibliotecaria, María Rosa, comentó que yo había escrito un libro sobre el Petiso Orejudo. Carlitos Russo se mostró interesado por demás e incluso hizo mención a que un familiar, (un tío suyo, hermano de su padre) había sido atacado por el mismo. Sinceramente yo no presté atención al comentario, ya que son muchos los que dicen tener parientes atacados por Godino. Tampoco relacioné el apellido de Russo con el del menor atacado por el Petiso en 1912.
Sin embargo, cuando Carlitos abrió mi libro, lanzó un “¡Acá está! ¡Éste es mi tío! ¡Roberto Russo!”. Recién entonces fue que hice la relación. En primera instancia sentí un escalofrío, pero al mismo tiempo me preguntaba como un menor atacado en 1912 podía ser el tío de Carlitos Russo, un muchacho de unos 45 años en 2006. Me explicó entonces que sí, que su padre era mucho menor que Roberto y que además lo había tenido de grande. Las cuentas cerraban y Carlitos siguió leyendo más que interesado. Estaba maravillado y no paraba de comentar que se había criado escuchando esa historia pero siempre como un tema tabú del que no se hablaba mucho en su casa.

Al llegar al párrafo donde hago mención a Fernando Vicente, hermano de Roberto, Carlitos me planteó que no podía ser, que allí me equivocaba ya que su papá no había tenido ningún hermano con ese nombre. Yo le dije que la equivocación era factible pero no muy, ya que esos nombres constaban en las declaraciones del expediente policial. No lo convencí pero igual siguió leyendo entusiasmado, hasta que al rato, exaltado, como si hubiera realizado un descubrimiento increíble, gritó: “Pero claro… Fernando Vicente… Tito… este es Tito… otro hermano de mi papá que murió joven, al que yo no conocí”. Ahora si cerraba todo. Carlitos estaba fascinado y yo más, por lo que estaba escuchando. A los pocos minutos sin embargo, terminamos la conversación y mutuamente nos agradecimos por las cosas que ambos nos habíamos enterado.
Volviendo a nuestro trabajo y para terminar, debemos comentar que el 4 de enero de 1913 el “Petiso Orejudo” ingresó provisoriamente en el Hospicio de las Mercedes (en la actualidad es el Hospital Borda), siendo luego condenado y trasladado a la Penitenciaría Nacional de la calle Las Heras y posteriormente al Penal de Ushuaia donde terminó sus días el 15 de noviembre de 1944. Su muerte también está rodeada por la leyenda; dicen que lo mataron los penados porque le había partido el espinazo a dos gatitos que eran mascotas de los presos. Nosotros sabemos que esto ocurrió 11 años antes de su muerte, en 1933, así como que a causa de ello, el “Petiso” fue golpeado debiendo ser internado en el hospital de la prisión. La causa oficial de su muerte en 1944, es una hemorragia producida por un proceso gastroduodenal. Sin embargo, parece que el mito es mas fuerte y se sigue insistiendo en la otra versión, más terrible y morbosa (14).

CITAS
(1) Los primeros y el último párrafo de este trabajo ya fueron expresados por el autor en: LEONEL CONTRERAS. “El Petiso Orejudo y su presencia en el barrio” en Misceláneas de Parque Chacabuco: aportes de la primera jornada de historia del barrio. Buenos Aires, Junta de Estudios Históricos del Barrio Parque Chacabuco, 2010.
(2) Cfr. LEONEL CONTRERAS. La leyenda del Petiso Orejudo, Buenos Aires, Ediciones Turísticas, 2004.
(3) L. CONTRERAS. Op. cit., pag. 27-28.
(4) Cfr. AGT. Op cit, 1er Cuerpo, folio 56
(5) Aunque existen planos que hacen llegar la estación hasta la calle 24 de Noviembre tenemos dudas de que alguna vez la misma haya ocupado dos manzanas.
(6) AGT. Op cit, 1er Cuerpo, folio 128.
(7) AGT. Op cit, 1er Cuerpo, folio 60.
(8) L. CONTRERAS. Op. cit., pag. 78.
(9) L. CONTRERAS. Op. cit., pag. 88.
(10) L. CONTRERAS. Op. cit., p.p. 88-89.
(11) La Nación del 9 de noviembre de 1912 relata la versión de que Godino se marchó del lugar, creyéndose que había asesinado a Roberto, para luego informar del caso a Juan Acosta, quién encontró a Roberto en el alfalfar y lo liberó. La versión de La Prensa de aquel mismo día indica que Juan Acosta encontró a Roberto semiasfixiado y que como Godino merodeaba la zona de manera sospechosa lo terminó deteniendo. Según el artículo de La Razón del 25 de febrero de 1962 y el de Clarín del 12 de noviembre de 1978, Roberto fue muerto por Godino. Nosotros nos basamos en la versión existente en el informe de la comisaría 12ª al jefe de policía, existente en O. GAGLIARDI; J. LA TERZA. Op cit, Tomo I, p.p. 163-165, el cual es la única fuente sobre el caso, ya que el sumario levantado por el mismo se encontraba extravidado al momento de la investigación y no figuraba en el legajo 2255 del Archivo General de los Tribunales.
(12) Cfr. La Nación. Buenos Aires, sábado 9 de noviembre de 1912, N° 14.880, pag. 12.
(13) L. CONTRERAS. Op. cit., p.p. 78-84.
(14) Cfr. L. CONTRERAS. Op. cit.


BIBLIOGRAFÍA
FUENTES INÉDITAS
ARCHIVO GENERAL DE LOS TRIBUNALES. Buenos Aires, República Argentina, Sección Penal, Legajo número 2255 – Criminal.
ARCHIVO HISTÓRICO DEL SERVICIO PENITENCIARIO NACIONAL. Buenos Aires, República Argentina, Instituto de Clasificación 01/259, Ficha criminológica número 246.
CENTRO DE ESTUDIOS HISTÓRICOS DE LA POLICÍA FEDERAL. Buenos Aires, República Argentina, Orden del Día, Volumen XXV, Año 1906.
CENTRO DE ESTUDIOS HISTÓRICOS DE LA POLICÍA FEDERAL. Buenos Aires, República Argentina, Orden del Día, Volumen XXX, Año 1912.
INSTITUTO HISTÓRICO DE LA CIUDAD DE BUENOS AIRES. Buenos Aires, Republica Argentina, Plano del Municipio de la Capital Federal confeccionado por Jorge Bröndsted, Año 1897.
INSTITUTO HISTÓRICO DE LA CIUDAD DE BUENOS AIRES. Buenos Aires, Republica Argentina, Plano de la ciudad de Buenos Aires confeccionado por el Departamento de Obras Públicas de la Municipalidad número 1315/1, Año 1907.
INSTITUTO HISTÓRICO DE LA CIUDAD DE BUENOS AIRES. Buenos Aires, Republica Argentina, Plano de la ciudad de Buenos Aires confeccionado por el Departamento de Obras Públicas de la Municipalidad número 268, Año 1910.
MUSEO POLICIAL. Buenos Aires, República Argentina, Ficha 3244, correspondiente a Cayetano Santos Godino.
MUSEO POLICIAL. Buenos Aires, República Argentina, Fichas correspondientes a Domingo Cayetano Grossi, el homicidio de Delfina Pereyra y el caso Pedro Tenaglia.

FUENTES EDITADAS
GAGLIARDI, Oscar; LA TERZA, Juan y MANRIQUE, Jorge. El museo del crimen de la Policía Federal. Buenos Aires, Biblioteca Policial, 1946. (Varios tomos)



PERIODICOS Y REVISTAS
Caras y Caretas. Buenos Aires; marzo, abril y mayo de 1933.
Crítica. Buenos Aires; noviembre de 1944.
El Diario. Buenos Aires; diciembre de 1912.
La Prensa. Buenos Aires; enero, noviembre y diciembre de 1912 y noviembre de 1944
La Nación. Buenos Aires; enero, noviembre y diciembre de 1912.

BIBLIOGRAFÍA Y ARTÍCULOS ESPECÍFICOS
BASSETTI, Ricardo. “Buenos Aires del Petizo Orejudo” en Mundo Policial, Buenos Aires, enero-febrero de 1973, número 23.
CONTRERAS, Leonel. La leyenda del Petiso Orejudo. Buenos Aires, Ediciones Turísticas, 2004, n° 3 de la Colección “Buenos Aires”.
CONTRERAS, Leonel. “El Petiso Orejudo y su presencia en el barrio” en Misceláneas de Parque Chacabuco: aportes de la primera jornada de historia del barrio. Buenos Aires, Junta de Estudios Históricos del Barrio Parque Chacabuco, 2010.
GAMBINI, Héctor. “La historia de un adolescente que no podía parar de matar” en Clarín, Buenos Aires, lunes 15 de noviembre de 1999, número 13.327.
MORENO, María. El Petiso Orejudo. Buenos Aires, Planeta, 1994.
SIDOLI, Osvaldo. El barrio de la veleta: historia del Caballito. Buenos Aires, Honorable Concejo Deliberante, 1996, pag. 238.
SOIZA Y REILLY, Juan José de. “Almas y sombras en el presidio de Ushuaia” en Caras y Caretas, Buenos Aires, mayo de 1933. [s. d.d. e.e.].
VALLEJOS, Marcelo. “Los crímenes del Petiso Orejudo” en Todo es Historia, Buenos Aires, julio de 1993, número 312.
“Años de terror del Petiso Orejudo” en Clarín, Buenos Aires, domingo 12 de noviembre de 1978, número 11.748.
“El Petiso Orejudo: Cayetano Santos Godino (1896-1944)” en Clarín, Buenos Aires, lunes 30 de agosto de 1999.
“Sombras en la humanidad: el monstruo Godino” en La Razón, Buenos Aires, domingo 25 de febrero de 1962, número 19.094.


FUENTES ORALES
Carlos Russo

No hay comentarios: